domingo, 27 de mayo de 2007

La Inolvidable






En este último post antes de la última transmisión de RCTV comento mi producción favorita de todas: La Inolvidable.



Esta es mi primera razón: respeto. No siempre me he sentido respetada por la pantalla de mi televisor, pero con La Inolvidable mi"distracción" se elevó metros y metros para llevarme a viajar a una época pasada con una delicadeza y un romanticismo y un esmero técnico que se expresó, además del cuidado vestuario y puesta en escena, en el set construido en Fuerte Tiuna. El set del pueblo donde transcurría la trama, el set al cual un circo visitante agregaría la intriga y la emoción. Esta producción cumplió con su nombre y se hizo inolvidable.




En esta aventura épica a la cual viajé montada en un tren, descubrí varios talentos que luego se hicieron frecuentes en la pantalla: la talentosa joven actriz venezolana Daniela Alvarado, también Dad Dáger (Azucena), Juan Carlos Alarcón en su personaje de cineasta de los años 30 , además de otros artistas consagrados. Fue la última vez que yo en lo personal vi actuando a los veteranos Herminia Martínez y Eduardo Serrano.




Pero quien ha sido inolvidable para mi se llama Simón (Rafael Romero). Simón, El escapista. El que me transportó a mi infancia cuando leía historias de Houdini en algún libro de Reader Digest. Simón era intrépido, reflexivo, valiente, romántico y héroe. Su cabello alborotado como el de la portada del Principito y su indumentaria blanca, todo perdura en mi mente. A pesar del tiempo, aquel personaje misterioso, vestido de blanco y contrastando con los montarrales tropicales, ha sido inolvidable.

Vida adentro



Hubo una época de "unitarios" en RCTV.

Con tantos recuentos que han salido por todas partes, sólo diré lo siguiente. Hay dos temas a los cuales me introduje, desde la ficción dramática, gracias a estos unitarios. Los transplantes de corazón ("Buen Corazón") y la eutanasia ("Decide mi vida"). Temas que se tocan... Cuando se transmitieron, me dejaron pensando, como sólo dejan pensando las buenas películas.

Hoy sé que fueron producciones para TV hechas con alientos de largometraje. Al igual que lo fue el Ciclo de Oro de Rómulo Gallegos. Este último, recuerdo, que me estimuló a adquirir los cuentos del escritor para leer la fuente literaria original.

En películas recientes como Mar Adentro, Las Invasiones Bárbaras y Million Dollar Baby, revivo aquel primer contacto con tan complicado y doloroso tema, de imponderable resolución que fue el unitario Decide mi Vida, con la señora Rosario Prieto. El infinito padecimiento físico de su personaje, que pedía un final piadoso, sembró la inquietud en mis ojos asombrados.

Iguamente, en esa ironía de la muerte dando vida, con los destinos cruzados de los personajes de Orlando Urdaneta y Caridad Candelón, como el padre del donante y la madre de la joven receptora en Buen Corazón, en esa ironía encuentro otro componente de mi yo espectadora. Enfrentada a situaciones de grises, en pantalla, sin resoluciones ni finales claros, alimento para pensar.

Esa espectadora que soy, sentada en una butaca ante 21 gramos... Sigue reflexionando en lo arbitrario de la vida.

Fue uan buena época de unitarios. Ojalá pudiera recordarlos todos para reseñarlos acá.

viernes, 25 de mayo de 2007

Clásicos Dominicales



Aquí lo tienen en Youtube!

Esta es una revaloración que hago en retrospectiva.

O con la perspectiva que me he impuesto frente al cierre de RCTV. Como seguramente le está pasando a mucha gente, con esta ruptura de nuestro paisaje mediático básico, he tenido que detenerme a rebobinar la vida y recordar lo más que pueda. Para no olvidar.

La verdad es que era muy joven para la época de este programa y probablemente lo dí por sentado. Como suele suceder, uno camina su camino y se hace este truco mental, de creer que todo aquello en lo que uno no se fija mucho o todo aquello que escucha sólo como fondo de otros quehaceres, pues permanecerá siempre allí, para cuando a uno le provoque regresar.

Clásicos Dominicales con Isabel Palacios no se me ha olvidado. Por algo habrá permanecido vivo en mi memoria. Probablemente lo ví muy pocas veces en serio pero siempre estuvo allí. Definitivamente Isabel Palacios y su programa eran una presencia, algo importante que estaba allí, que inspiraba respeto.

Hoy miro el programa con el recuerdo y con nostalgia, por algo que dejé atrás sin mucho mirar. Entiendo fue un espacio valioso, de disfrute y reflexión y elevación espiritual. Por una venezolana tenaz con una vocación clara, como tantos otros valiosos músicos y pedagogos que han elevado la enseñanza musical en este país.

A la luz del siglo XXI, donde sería relativamente fácil autoeducarse musicalmente a través de Internet, se reconoce en la distancia el importante papel que un espacio como Clásicos Dominicales jugó en su momento.

Dejo estas líneas testimonio que encontré al googlear la foto para este post.

jueves, 24 de mayo de 2007

Señora Isabel


Guardo un especial recuerdo de esta telenovela colombiana. No sólo porque Señora Isabel se metió con respeto y humor en el espinoso tema de la mujer madura que se replantea todas las bases de su existencia después del cataclismo (su marido la dejó por otra más joven) sino porque Señora Isabel fue la primera telenovela que mi mamá y yo seguimos juntas como unas esclavas adictas, sin perdernos ni un solo capítulo.

A mi mamá (que también se llama Isabel) y a mí nos atrapó la historia, las actuaciones, los temas, los diálogos, la travesía de una persona que es obligada a reinventarse como mujer y como individuo. A la mejor amiga de Isabel la mató el Sida, un polémico tema para entonces entremezclado en la trama; a Isabel le llegó otra vez el amor pero de un periodista mucho más joven; a Isabel la necesidad financiera y la circunstancia la llevaron a volverse la empresaria que realmente era, transformando su pasión por las flores en una fuente de ingresos y autorevaloración.

Señora Isabel fue una mirada a ese mundo maravilloso y largamente abandonado del ser humano de mediana edad. Conservo un grato recuerdo de esta historia que tuvo su impacto en la audiencia venezolana de mediados de los 90.

Elizabeth


Es casi que una neblina en el recuerdo pero apuesto a que cuando ví esta telenovela me atrajo irremediablemente el contraste poderoso entre el físico de Orlando Urdaneta y el de Caridad Canelón. ¡Ese café con leche selló herméticamente mi adoración por las parejas cinematográficas y televisivas de alto contraste! Si hurgo suficiente, seguro que encuentro a Mi Ciela y Mi Vido en la raíz de muchos de mis enamoramientos fugaces en pantalla.

Además aprovecho de decir aquí que Caridad ha sido siempre una maravilla, una actriz versátil e impresionante, que aborda con relieve y profundidad todos sus papeles. Clásico caso de esos que uno dice, imagínense a esta tipa con un libreto de Ozon o Campion. Siempre ha tenido la textura que muestra pero no evidencia, dejando la rendija necesaria para nuestro músculo imaginador. En Elizabeth mezcló la dulzura de “Melody” y la fortaleza de piedra de la Madre María de San José (por cierto otra brillante e inolvidable interpretación de Caridad). Y ese contraste ya no físico, sino del alma, también se abrió paso en la audiencia de aquel tiempo. Aquel tema del transplante de médula, la posibilidad de un amor entre el cielo y la tierra a lo Ghost, Always, A Walk to Remember y tantas otras inolvidables historias, seguro dejaron su marca en la cabezota de quien suscribe.

Tema musical: Ayúdala (Mary Trini)


miércoles, 23 de mayo de 2007

Bitácora




Tengo que decir que antes de Valentina Quintero el turismo televisado no era realmente cool. No es que mi caracascentrismo me hubiese impedido disfrutar toda la vida de unas empanadas de cazón en Margarita o recorrer la isla sin rumbo ni destino con mis amigos de la universidad. Ni que antes de Bitácora mis viajes de infancia a Barquisimeto, Barlovento, Litoral central, Falcón o donde sea no dejaran su imborrable huella... Pero es que con Valentina la cosa cambió.
Ella agrega intriga y detalle, con su actitud de coleccionista de sitios, con cada Bitácora le llega a uno una misteriosa brisita de cascada que te arranca de Caracas y te monta en la divagación mental, y entonces uno se pregunta, cuánto habrá visto Valentina, la capturadora de lugares, en su permanente saltar y brincar por toda Venezuela?

Gracias a Valentina, aunque mi caracascentrismo siga vivito y coleando, he conocido la magia de viajar con los sueños cuando no puedo hacerlo de otro modo. Que es prácticamente siempre. Bitácora ha logrado siempre el efecto de suspenderme, elevarme, para permitirme alimentar la a a veces olvidada ilusión de ir, de moverme, de dar voz a una profunda, atávica añoranza de encontrar algo de paz y silencio en algún punto místico, dentro de este país.

“Sabes”, el recurrente vicio de soñar, deja-que-tenga real-que-nos vamos-una semanita-a esa posada que dijo Valentina, la que aporta espiritualidad a los destinos y siempre dice que es tan importante el camino como la llegada.
(Uy Valentina, qué camino es éste que nos ha puesto a transitar el Señor, amiga… ¿Será que nos conduce a algo bueno?)

Por estas calles




Por estas calles fue un ring a una conciencia de ciudad. A través de la pieza musical de Yordano (cuya letra reproduzco al final del post) se me hizo patente el dilema ineludible de que mi ciudad estaba absolutamente podrida pero se regeneraba a cada momento. Esa atracción-rechazo que de alguna forma siempre me acompaña con respecto a Caracas.

Por estas calles puede referirse a cualquier ciudad latinoamericana y del mundo incluso, no lo sé, pero yo la asimilé en su universal localidad y la incorporé para siempre a mi disco duro. Caracas es dura. Cuídate de las esquinas. La compasión ya no existe, la tomas o la dejas, con estas calles sólo para prevenidos. Como dicen los Amigos Invisibles: Esto es lo que hay.

La telenovela Por estas calles y su tema musical llevaban en el background el grito lastimero y burlón de la falta de un sistema eficaz de justicia. Entre otros vehículos, lo hacían con aquel Hombre de la Etiqueta, justiciero anónimo autoimpuesto de una misión: enviar al infierno y a la morgue a malandros y criminales (esos que policías y jueces perdonan y absuelven cada día con su parálisis y su inacción). Y ante el caos, nosotros como Eudomar Santos, vivimos "Como vaya viniendo vamos viendo”.

Apenas dos personajes de una galería que todas las noches iban y venían, subían y bajaban de su mirador laberíntico, en la intrincada Caracas. Y por estas calles hemos tenido que andar y marchar y retroceder y aguantar y esperar.
No te distraigas cuando caminas.

POR ESTAS CALLES (Yordano)


Por estas calles la compasión ya no aparece,
y la piedad hace rato que se fue de viaje
cuando se iba la perseguía la policía
oye conciencia mejor responde con la paciencia.

Por ningún lado se encuentran rastros de valentía,
quienes la vieron dicen que estaba pálida y fría;
se daba cuenta que estaba sola y sin compañía
y cada vez que asomaba el rostro se le veía.

Por eso cuídate de las esquinas,
no te distraigas cuando caminas
que pa cuidarte yo solo tengo
esta vida mía.

Por eso cuídate de las esquinas,
no te distraigas cuando caminas
que pa cuidarte yo solo tengo
esta vida mía.

Por estas calles hay tantos pillos y malhechores
y en eso si que no importa credo, raza o colores,
tú te la juegas si andas diciendo lo que tu piensas
al hombre bueno le ponen precio a la cabeza.

Y los que andan de cuello blanco son los peores,
porque ademas de quemarte se hacen llamar señores,
tienen amigos en altos cargos muy influyentes
hay algunos que hasta se lanzan a Presidente...

Por eso cuídate de las esquinas,
no te distraigas cuando caminas
que pa cuidarte yo solo tengo
esta vida mía.